Era el octavo día y había escuchado la historia del bebedor, tomándome la última gota de provisión de agua que tenia. “Son muy lindas tus historias, pero me sentiría mejor si pudiera arreglar el avión o ir feliz en busca de una fuente”. “Mi amigo el zorro me dijo”. “No se trata del zorro ahora”. “Por que” dijo el principito. “Por que nos vamos a morir de sed” le conteste, no comprendió y replicó: “Es bueno haber tenido un amigo, yo estoy muy contento de haber tenido a un zorro como amigo” Y me dijo: “tengo sed, vamos a buscar un pozo” Y nos pusimos en marcha a buscar un pozo. Después de dos horas de camino cayo la noche y las estrellas brillaron como nunca lo había hecho. “¿Tienes sed, tu también?”, pero no me respondió. Lo único que dijo al cabo de un rato fue: “El agua puede ser buena también para el corazón” No comprendí bien sus palabras, pero no lo interrogue. Los dos nos sentimos cansados y nos sentamos al cabo de un rato él rompió el silencio: “Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve”. Lo único que le respondí fue: “Seguramente”. “El desierto es bello” añadió el principito. Y era verdad, siempre me había gustado el desierto. “Lo que mas embellece el desierto es el pozo que esconde en algún lado” dijo el principito. “Sí, ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible”, “Me gusta que estés de acuerdo con mi zorro” dijo el principito. Continué caminando con el principito en mis brazos y al rayar el alba descubrí el pozo.
viernes, 31 de julio de 2009
ESCENA 24
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Era el octavo día y había escuchado la historia del bebedor, tomándome la última gota de provisión de agua que tenia. “Son muy lindas tus historias, pero me sentiría mejor si pudiera arreglar el avión o ir feliz en busca de una fuente”. “Mi amigo el zorro me dijo”. “No se trata del zorro ahora”. “Por que” dijo el principito. “Por que nos vamos a morir de sed” le conteste, no comprendió y replicó: “Es bueno haber tenido un amigo, yo estoy muy contento de haber tenido a un zorro como amigo” Y me dijo: “tengo sed, vamos a buscar un pozo” Y nos pusimos en marcha a buscar un pozo. Después de dos horas de camino cayo la noche y las estrellas brillaron como nunca lo había hecho. “¿Tienes sed, tu también?”, pero no me respondió. Lo único que dijo al cabo de un rato fue: “El agua puede ser buena también para el corazón” No comprendí bien sus palabras, pero no lo interrogue. Los dos nos sentimos cansados y nos sentamos al cabo de un rato él rompió el silencio: “Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve”. Lo único que le respondí fue: “Seguramente”. “El desierto es bello” añadió el principito. Y era verdad, siempre me había gustado el desierto. “Lo que mas embellece el desierto es el pozo que esconde en algún lado” dijo el principito. “Sí, ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible”, “Me gusta que estés de acuerdo con mi zorro” dijo el principito. Continué caminando con el principito en mis brazos y al rayar el alba descubrí el pozo.
Era el octavo día y había escuchado la historia del bebedor, tomándome la última gota de provisión de agua que tenia. “Son muy lindas tus historias, pero me sentiría mejor si pudiera arreglar el avión o ir feliz en busca de una fuente”. “Mi amigo el zorro me dijo”. “No se trata del zorro ahora”. “Por que” dijo el principito. “Por que nos vamos a morir de sed” le conteste, no comprendió y replicó: “Es bueno haber tenido un amigo, yo estoy muy contento de haber tenido a un zorro como amigo” Y me dijo: “tengo sed, vamos a buscar un pozo” Y nos pusimos en marcha a buscar un pozo. Después de dos horas de camino cayo la noche y las estrellas brillaron como nunca lo había hecho. “¿Tienes sed, tu también?”, pero no me respondió. Lo único que dijo al cabo de un rato fue: “El agua puede ser buena también para el corazón” No comprendí bien sus palabras, pero no lo interrogue. Los dos nos sentimos cansados y nos sentamos al cabo de un rato él rompió el silencio: “Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve”. Lo único que le respondí fue: “Seguramente”. “El desierto es bello” añadió el principito. Y era verdad, siempre me había gustado el desierto. “Lo que mas embellece el desierto es el pozo que esconde en algún lado” dijo el principito. “Sí, ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible”, “Me gusta que estés de acuerdo con mi zorro” dijo el principito. Continué caminando con el principito en mis brazos y al rayar el alba descubrí el pozo.
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